viernes, 6 de noviembre de 2009
¿Por qué Triki ya no come galletas?
Ayer, los que teníamos como página de inicio el buscador Google, o lo usamos a diario para realizar nuestras búsquedas en la red, sonreíamos ante el homenaje que éstos le han hecho a Barrio Sésamo con motivo de su 40 Aniversario: Triki, más popularmente conocido como El Monstruo de las Galletas, sustituía el habitual logo de Google.
Pero las cosas han cambiado desde que nosotros, la llamada “Generación X”, veíamos a Gustavo y compañía mientras tarareábamos el archiconocido na, na, na… Y es que el Monstruo de las Galletas, ya no puede comer galletas. Se lo han prohibido. ¿Quiénes? Pues los reyes de la paranoia mundial y de la doble moral: USA.
Según los expertos estadounidenses, Barrio Sésamo no es una serie apta para los críos. El ejemplo más claro, es nuestro querido monstruo azul, ya que parece ser que con su voraz apetito por las cookies incita a la obesidad, uno de los problemas más importantes del país. Vamos, que según ellos, la culpa de que casi el 30% de la población tenga sobrepeso es del Monstruo de las Galletas. ¿? Supongo que, de la misma manera que culparon a Marilyn Manson de la masacre de Columbine. Y digo yo: ¿no tendrán la culpa ellos mismos? Porque lo de culpar a los demás, es algo que relaja mucho; la culpa es tan mala, tan mala, que nadie la quiere. Pero culpar ya a tus hijos, en edad preescolar, de su obesidad por lo que ven en televisión, es ridículo y pueril. ¿Es que acaso un nene de cuatro años se acerca hasta el Mc.Donald’s de la esquina día sí y día también para pedir su Big Mac con extra de queso y una bolsa bien grande de cookies? Pues mire usted, a mí se me plantea harto difícil… Si el infante se atiborra de grasas saturadas a base de hamburguesa de cerdo, búfalo o diplodocus, quizás el responsable sea quién se lo ponga en el plato. Pero como decía, qué fácil es culpar a los demás.
Triki está triste, ahora lo han convertido en el Monstruo de las Zanahorias. Ellos (los que “piensan”, sean quiénes sean), siguiendo con su lógica de parvulario, creen que así de repente todos los niños querrán cebarse a zanahorias y se adelgazarán por arte de birlibirloque. O al menos tendrán una vista que sería la envidia del mismísimo Clark Kent. Pues qué quieren que les diga… cuando uno era peque, veía cada día a Popeye pasar de pringado marinero a superhombre comiendo espinacas, y para lo único que sirvió fue para que, al menos, las probara. Pero los niños no son tan estúpidos como parecen serlo sus padres y puedo asegurar que aquella fue la primera y última vez que comí espinacas… sencillamente, me revolvieron el estómago.
El caso de Barrio Sésamo no se acababa con las galletas, porque entre otras lindezas, adujeron que el amigo imaginario de la Gallina Caponata era producto de un viaje alucinógeno, que un personaje que invitaba en cierto capítulo a una niña a un vaso de leche era pederasta… y de Epi y Blas no vamos a hablar porque todos imaginaréis por dónde van los tiros. Pues sí, cuando servidor contaba apenas 3 primaveras, se sentaba ante el televisor y se escandalizaba pensando que Caponata no compartiera su LSD con los demás, deseaba ser el pervertido que tras regalarle el vaso de leche con éxtasis obligaría a la niña a practicarle una felación y fantaseaba con Epi sodomizando a Blas… Por favor, un poquito de sensatez: sólo la mente sucia e invertida de un adulto puede pensar en estas cosas (y ojo, no me exculpo; la mía la primera). Dejen en paz a Barrio Sésamo, dejen de estropear formatos que han sido de probada eficacia didáctica y busquen los problemas donde realmente están. Todo ha cambiado mucho en los últimos veinte años, pero cuando yo volvía por la tarde del colegio, en la tele ponían Fraguel Rock y Barrio Sésamo. Ahora ponen El Diario de Patricia y la heroína nacional es una tal Belén Esteban. ¿No tendrá algo que ver?
Imágenes: Vanilla-Tapes
Fayebeline
Upl
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Cuando en su día me enteré de esta noticia no sabía si echarme a reír o a llorar: reír por lo inculta que es la gente y llorar porque estaban destruyendo un pedacito muy importante de mi infancia... en fins...
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